El dolor es un proceso fisiológico que se produce frente a un daño real o potencial en alguna parte de nuestro cuerpo. La percepción del mismo se experimenta subjetivamente como un estado desagradable. Es un mecanismo biológico adaptativo muy útil desde el punto de vista evolutivo, ya que permite percibir y potencialmente que evitemos (o nos retiremos de) la fuente que general el daño físico. Sin embargo, la cronificación del mismo se convierte en un evento fisiopatológico que llega a desencadenar mucho malestar físico y psicológico, lo cual es característicos de múltiples enfermedades. El estudio anatomo-funcional del dolor comienza con la descripción de los mecanismos neurobiológicos que lo explican (como el funcionamiento de los nociceptores o de los eventos neuroquímicos implicados) y las vías nerviosas que lo transmiten (como la espinotalámica). A su vez, el dolor puede clasificarse atendiendo a diferentes criterios como su duración (agudo vs crónico), su localización (somático vs visceral) o su etiología (térmico, mecánico, químico, neuropático…). Existen diferentes herramientas que ayudan en el diagnóstico y tipificación de dolor, las cuales son muy útiles para el posterior tratamiento del mismo mediante terapias farmacológicas, quirúrgicas o psicológicas.
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